Cuando las comidas de navidad no importan

Hace un par de días me decía un taxista : “Si todo el mundo hiciera lo que mis hermanos no se formarían estos atascos en estas fechas.”

Intrigada le pregunté al taxista por el suculento remedio. “Se escaquean para no ir a las comidas ni cenas de navidad”. Más intrigada aún, el asunto me interesaba mucho, le pregunté por qué se escaqueaban. “Dicen que son un rollo y no sirven para nada. No les apetece estar con compañeros que no soportan, y que el jefe, que no se preocupa de ellos en todo el año, va de guay ese día, pero el resto, si te he visto no me acuerdo. Que tienes que hacer el pariré con quien no te importa, escuchar muchas tonterías y prefieren irse a casa o al gimnasio, y no van”.

Como es natural me quedé preocupada. Las comidas de empresa son uno de los apartados que más he investigado a lo largo de mi carrera, precisamente por su trascendencia en las relaciones profesionales. Y desde luego, resulta cuando menos llamativo y preocupante, que un evento tan significativo como la comida de navidad vaya perdiendo adeptos. Porque sin duda, no sólo los hermanos de mi taxista piensan así. De hecho, cerca de un 20% de los españoles estarían dispuestos a pagar con tal de no compartir mesa y mantel con los compañeros de trabajo y los jefes, y cerca de un 30% se busca cada año nuevas excusas para escaquearse.

¿Qué puede estar pasando?

Los primeros eventos indoor

Claro que de la abundancia del corazón habla la boca, y estas actitudes, salvo excepciones, no surgen de manera espontánea, sino que son consecuencia del día a día en el entorno profesional.

Las comidas de navidad, que son comidas profesionales, no lo olvidemos, y que tienen su intención, como todo evento profesional, son por así decirlo, los primeros eventos indoor. Por tanto, para ser exitosas requieren, como todo acto corporativo que se precie, de una perfecta organización y gestión. Tanto por parte de la empresa, como de los invitados.

Una metódica tendencia al escaqueo evidencia un problema de fondo, bien por parte de la empresa, del empleado, o de los dos. Cualquier experto se da cuenta.

El problema más evidente es una escasa comunicación de la empresa con sus empleados, lo que significa una frágil política de motivación e incentivos; o también puede deberse a   una escasa o nula estrategia relacional de los empleados respecto a su carrera profesional, al menos en esa empresa. Dos pilares fundamentales en los que se asienta una buena política de evolución, desarrollo y beneficios a medio o largo plazo. Seas empresa o seas empleado.

Gente rara y difícil hay en todas partes, y las relaciones idílicas casi no existen. Aún así, es responsabilidad de la empresa implementar filosofías de inclusión y políticas colaborativas que velen tanto por el interés de la empresa como de los empleados.

Y en cuanto a los empleados que se escaquean, puede que tampoco sean conscientes, pero a las personas, como a las empresas, les salvan las relaciones. ¿Qué quiere decir esto? Que si te invitan mejor es que acudas. Y si no, sírvete de la diplomacia para que esa ausencia no te dañe.

 Atando cabos a un problema  

Atando cabos y visto lo visto, las comidas de navidad pueden ser, además de una ocasión de oro para socializar, incentivar y agradecer el esfuerzo de todos como equipo, un magnifico baremo para medir la efectividad de la política de la empresa respecto a sus empleados, y el grado de satisfacción y compromiso de los empleados con la empresa.

Un profesional desmotivado para acudir a la comida de navidad es posible que sea un empleado desmotivado en su trabajo. Gente asocial hay en todas partes, pero corresponde a la empresa detectar el origen y poner solución. De lo contrario está perdiendo dinero. Y posiblemente a más de un magnífico talento.

 

©Josefina Escudero

 

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