Solía decir mi abuela: “ Con la comida no se juega. Y “si es de negocios menos,” me permito añadir yo. Y es que son muchos los acuerdos que salen de estas reuniones profesionales aliñados entre plato y plato. ¿Nos podríamos imaginar por un momento la cantidad de negocios que se van a cerrar hoy mismo en muchas de estas “sentadas» en restaurantes de todo el mundo?
Algunos restaurantes son famosos más que por sus platos, por la importancia de sus clientes y los acuerdos que de allí salen.
Unos son los preferidos de los políticos, otros de banqueros, o de empresarios, o deportistas de élite.
¿Cuál es el origen de esa preferencia? Depende de lo que cada uno busque: Comodidad, cercanía, privacidad, buena carta, o simplemente la tradición. Las razones son distintas en cada caso. Y con tanto trasiego en sus salones muchos son testigos de parte de nuestra historia. ¡Si sus paredes hablaran!
Lhardy, es un buen ejemplo de ello. Desde su fundación hace tres siglos se “proclamó” imprescindible para políticos, banqueros, y la nobleza madrileña. Entre sus comedores el que guarda más secretos de la historia de España es el salón Japonés, donde se desarrollaron toda suerte de conspiraciones e intrigas. Fue el rincón preferido del general Primo de Rivera para reuniones reservadas de ministros y personalidades de la dictadura y, por contraste, aquí se decidió el nombramiento de don Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República.
Algunos de los hechos más relevantes de nuestra historia reciente también han tenido lugar en restaurantes de la capital. En el célebre José Luis, cerca del Santiago Bernabéu, se fraguó lo que terminaría siendo la Constitución de 1978. Hoy, una placa conmemorativa recuerda la mesa en la que se sentaban los padres de la Carta Magna.
En Santiago de Compostela, por salir de Madrid, y aunque cerrado hace cuatro años, estaba el mítico Vilas, que en la práctica era el hogar de Fraga, y donde entre Don Manuel y Helmut Khol se empezó a forjar la Unión Europea. Visitado por presidentes, cancilleres, el Papa, Jagger o Valle Inclán, este restaurante fue uno de los espacios por el que posiblemente hayan circulado mayor número de dirigentes mundiales en la historia contemporánea. Por detrás de la Casa Blanca y de la sede de la ONU, mandatario arriba, mandatario abajo, estaba el Vilas.
No voy a enumerar aquéllos que hoy frecuentan nuestros políticos, empresarios, banqueros o emprendedores. No es mi objetivo dar una lista de todos ellos, porque ni me parece relevante, cualquiera lo puede saber a golpe de teclado, y además porque mañana puede que ya sean otros.
Lo que a mí realmente me llama la atención es que hoy, como ayer, todos vamos a un restaurante con el mismo afán: El de seducir, convencer, y triunfar. Es decir, el de salir cada cuál con nuestro pan debajo del brazo.
Y es que mi abuela tenía razón. Con las cosas de comer no se juega. Se hacen negocios.
©Josefina Escudero