Un verano sin pedir perdón

El verano es la prueba del algodón para saber si una persona da la talla. La realidad se impone y cambia nuestras costumbres y nuestra cultura laboral. Pero no por eso vamos a dejar atrás un buen hacer exquisito y personal .

Usar prendas más ligeras y liberar nuestro cuerpo de capas de tela puede llevarnos a relajar nuestra imagen y pensar que todo vale, lo que es un grave error y más en el mundo de los negocios. No importa la profesión que tengamos, lo que importa es que somos profesionales.

Naturalidad, sencillez y glamour es una mezcla ideal pero hay que saber lograrla.

¿Qué hacer?

Debemos cuidar las formas con más esmero aún. La actitud, los gestos, las posturas, en definitiva el lenguaje no verbal, debe ser más esmerado. Y la higiene más impecable que nunca ¿Por qué? Porque la ropa liviana pone de relieve todos nuestros fallos de manera inmisericorde . Y no todos tenemos ni cuerpo ni costumbres diez.

 Cómo vestirse

 Mi norma de oro es en privado lo que quieras y en el trabajo lo que debas.

Lo propio es vestir según el cargo, agenda del día, sector, política de la empresa y lugar en el que nos encontremos. Las joyas han de ser pocas, discretas y acordes con el traje, el evento y la hora.

 Vestir lo que mejor nos sienta en la forma, volumen y color aumenta nuestra autoestima . Lo más aconsejable son los trajes cómodos de tejidos nobles , lino o algodón, no muy ajustados , cuidando el largo de las faldas, sobre todo si son estrechas. No es el momento de lucir anatomía por muy ideal que la tengamos.

Vestir en la oficina

Las dos piezas son una apuesta segura con la que podemos conseguir una imagen moderna, actual y profesional. El protocolo estricto aconseja cubrir los brazos al menos hasta el codo. Por mucha tendencia que sea, no es el momento de trajes excesivamente vaporosos, escotes exagerados, “una talla menos” bermudas o tacones interminables; y mucho menos chanclas. Nada exagerado pinta bien; si es nuestro estilo, mejor guardarlo para la vida privada y las horas adecuadas. Pero para todo hay excepciones. Insisto, depende mucho de la hora y el entorno.

Si nos quitamos la chaqueta, cosa que no deberíamos hacer nunca, a menos que nos lo permita la situación, debemos estar seguras de no transpirar ni mostrar manchas que nos delaten. Son las peores enemigas.

Citas al aire libre

Tener una comida de negocios al aire libre, o al borde de una piscina de hotel, es frecuente en verano. No olvidemos, por tanto, que estamos de trabajo. Vestiremos de manera adecuada al entorno y motivo de la reunión y cumpliremos las reglas establecidas por el hotel para tales ocasiones . Si nos bañamos, mejor bañador que bikini, y al salir de la piscina siempre cubrirnos con camisolas amplias o pareos. Saludaremos dando la mano, evitando manchar de crema solar a nuestros colegas. Por último, guardaremos más la distancia física recomendada.

Consejos y trampas más comunes

Para una gran mayoría, los restaurantes, los aeropuertos, o el AVE , son como una segunda oficina. No debemos olvidar que estamos “de servicio” ni bajar la guardia. Sin renunciar a la comodidad, hay que estar impecables. Abusar del móvil o hablar muy alto, además de ordinario, es una imprudencia profesional. La persona más inadecuada puede acceder a una información privilegiada y traer graves consecuencias.

Otras citas profesionales

Los eventos de networking tampoco cierran por vacaciones. Una buena opción en verano para un networking de mujeres son las terrazas en azoteas de hoteles o jardines. En este ambiente más relajado cumpliremos, no obstante, con todos los requisitos necesarios para lograr los objetivos buscados: conocer colegas de los sectores que nos interesen.

Como anfitrionas estaremos con la lista de invitados en la puerta, recibiendo. Luego acompañaremos a los asistentes que lleguen solos sobre todo, y le presentaremos a algún grupo de personas. Suele ser un requisito llevar tarjetas de visita, por supuesto.

Aquí no se bebe alcohol ni se ofrecen canapés. Eso queda para el afterwork, que, especialmente en verano, es una manera muy común de terminar un networking y seguir socializando.

Como dije al principio, la realidad cambia, pero un elegante respeto siempre será garantía de éxito. Y tenerlo a mano es algo que también nos merecemos.

 © Josefina Escudero

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