Las relaciones humanas son la única posibilidad que tiene el hombre para llegar a los demás y madurar socialmente. Saber gestionarlas es el secreto primero para avanzar.
Una gran mayoría considera que es algo tan fácil y natural que no vale la pena dedicarle mayor atención. De ser así, todos lograríamos nuestros objetivos a la primera.
Si convences y vences cada vez que te lo propones, eres un genio de las relaciones y la comunicación. Pero, si los resultados no son lo que tu esperabas, entonces debes preguntarte qué te falta en la fórmula, ya que, según tu, no has escatimado ni en contenido, ganas, pasión, o interés. O puede que si, sin siquiera tu saberlo.
Si además hablamos de relaciones profesionales, con su doble vertiente social y laboral, la necesidad de una gestión relacional óptima se multiplica, ya que estas relaciones son más complejas de lo que parecen. Y es que nuestro mundo, de pronto y casi a la fuerza, se nos ha hecho más grande, más desconocido, exigente y complicado, y en contra de lo que pueda parecer, también más inaccesible.
Conceptos como ciberespacio, realidad virtual, e-comerce, comunicación on-line, internet de las cosas, seguridad informática, e-security, e-diplomacia, multicultura, inteligencia global, networking competitivo, nos colocan ante una realidad nueva que nos supera en muchos casos. Modelos de relación, culturas y códigos diferentes y a los que cada vez nos es más difícil ignorar porque los necesitamos.
Hoy las relaciones son más rápidas, más interdependientes, más comprometidas y arriesgadas que nunca. Es cierto que a través de las redes sociales cualquiera puede acceder al presidente de los EE UU, enviar nuestro CV al otro lado del planeta, o invitar a una fiesta al más importante de los magnates.
El problema es que millones de personas pueden hacer lo mismo.
Además, junto a esta forma virtual de relacionarnos, coexiste la tradicional de toda la vida, la de las distancias cortas, la del tu a tu, el cara a cara, también más plural, más apresurada y menos paciente para contemplarnos. Aquí hay más riesgos aún si cabe. Es verdad que los fallos los ven unos pocos, pero da la casualidad de que son los pocos que nos interesan, luego un error resulta igual de determinante.
¿Qué hacer entonces?
Nuestro objetivo es lograr lo que yo llamo «la accesibilidad positiva», que consiste no únicamente en poder acceder a ellos, sino en que ellos reparen y nos elijan a nosotros. Y para esto hace falta algo más que improvisación, capacidad creadora, y voluntad dispuesta a todo.
Para esto, hace falta el conocimiento y la técnica que convierten nuestro estilo relacional en una especialización profesional más.
Seguro que te defiendes en el día a día, pero, ¿sabes cuántas oportunidades estás perdiendo de venderte a ti mismo y a tus ideas por ignorar los códigos de una buena estrategia relacional ?
© Josefina Escudero