Pensar que en verano la sofisticación y la elegancia cierran por vacaciones es un craso error. Cada lugar reclama sus normas y las zonas costeras tienen sus propios códigos.
Conocerlos y seguirlos nos coloca directamente en el club de los “con clase”. Eso que pocos tienen, muchos desean, y algunos imposibles desprecian.
Si fuéramos conscientes de que cada aparición nuestra en público es un mensaje de marketing seguro que pondríamos más cuidado en lo que hacemos, decimos y vestimos. Así que es cuestión de saber querernos y poner toda la intención y tiempo necesarios para lucir sencillamente impecables. Al fin y al cabo estamos de vacaciones, ¿cuándo si no vamos a tener más tiempo para lograrlo?
Sencillo no es cutre.
Independientemente de la edad que tengamos y por tanto de seguir más o menos las tendencias, conseguir una imagen intencionadamente desenfadada pero chic desde la mañana a la noche no es tan fácil. No es cuestión de poner lo primero que encontramos en el armario o la tienda de la esquina , sino de lo que nos queda bien, dentro de lo que se debe llevar en estos sitios.
Como principio general debemos usar prendas sueltas de algodón o lino, nada de ceñidas a la cintura , sandalias planas o tacón medio y muy cómodo -las alpargatas de esparto que este año están más en desuso.- y olvídate de las chanclas a menos que estés en un barco, y ni aún así. Las zapatillas deportivas usadas para vestir tampoco están en su mejor momento.
La ventaja de la moda actual es que puedes ir a la última tanto en falda larga, es tendencia llevada con sandalias planas, como con unos mini short o falditas cortas.
Las camisetas de rayas marineras, siempre con manga francesa, son otro atemporal que queda bien siempre, evita los tacones de aguja, a menos que vayas a una fiesta privada muy chic, hazte con algún vestido doll por encima de la rodilla y disfruta de tu verano a orillas del mar. Te lo has ganado.
En la playa
Ni todas las playas son iguales, ni tampoco la forma de estar en ellas, pero siempre procuraremos el máximo respeto por nosotros y por quienes nos rodean.
Algunos van a darse un baño mañanero y luego se recogen pronto, otros convierten la playa en segundo lugar de residencia . Comen, juegan, pasean, leen, escuchan música, hablan por el móvil, saludan , entablan conversaciones, hacen deporte y también duermen. Hay quienes se consideran en casa de tal forma que hasta pretenden hacerse la manicura o peor… la depilación ¡ por dios no! eso es algo imperdonable, a menos que estés en total aislamiento a cien metros a la redonda y para eso hay que irse a Tierra del Fuego.
A la playa hay que bajar arreglado, con el mismo interés y pulcritud que ponemos para salir a la calle. Pero con unos básicos imprescindibles. Manicura y pedicura perfectas, piernas impecables como para revista militar, cabello protegido de manera cómoda pero favorecedora y vestidas de manera conveniente. El todo vale es un error. Pantalón corto, camisolas, pareos… en buen estado y con tonos cuidados que nos favorezcan. Los complementos “como sin querer pero a posta” cuidados y sencillos. No es aconsejable llevar joyas caras, y cuidado con el móvil y otros objetos de valor. A menos que tengas dónde o con quién dejarlos mientras te bañas, mejor no los lleves encima. Esto es un humilde consejo.
A menos ropa más modales
Esta es una ecuación inversamente proporcional que hay que cumplir para salir airoso de cualquier verano, independientemente de dónde estemos.
A menos que estemos en zonas nudistas, en las playa se está vestido, aunque sea con un mini-bikini, pero vestidos al fin y al cabo. Por eso los modales son los grandes aliados que nos ayudan a lucir siempre bien, aunque solo llevemos unos meros calzones.
Si tenemos que saludar a alguien conocido mejor le damos la mano – si estás fumando apaga el cigarrillo- y nos evitamos el beso, ya que podemos estar sudados por una buena caminata, o pringados por algún bronceador poco humilde. Quítate las gafas de sol en el momento justo de saludar pero luego está perfectamente permitido que las tengas puestas si la conversación se prolonga.
Para ir al chiringuito mejor si te pones una camisola o pareo, ya luces tipazo sobre la arena y para comer en el restaurante haz lo mismo, cúbrete con camisolas que para eso son, las hay con colores muy favorecedores. Este año impera el amarillo y el coral. Pero el blanco siempre está in. Para comer no te tumbes sobre las sillas, ni te curves en la mesa como si quisieras contarle el mayor de tus secretos, la postura debe ser igual de cuidada que en un restaurante de ciudad; ya te tumbas en la arena.
A menos que estés en un grupo de amigos, mantén la distancia física reglamentaria con tus vecinos de playa. Procura molestar lo menos posible. Si las reglas de la playa permiten fumar y fumas, hazte con un cenicero portátil y úsalo para echar ahí la ceniza, apagar el cigarrillo y guardar en él las colillas hasta que lo puedas vaciar en un lugar adecuado, no en la arena . Si disfrutas de niños pequeños vigila que jueguen con sus cosas y no con la paciencia y descanso de los demás.
Casi todos pagan impuestos igual que tu y nadie es más que nadie aunque muchos parecen no saberlo.
Cuidado al sacudir la toalla. No olvides que el viento es un transmisor muy rápido y sin ningún pudor. Tampoco eleves la voz más de lo habitual .
Cuando te vayas no dejes señal de tu paso por allí. A los cuidadores de la playa hay que darles empleo pero el menor trabajo posible.
Y lo más importante: haz caso a la bandera roja. Y a todas las demás normas de obligado cumplimiento que la playa haya establecido.
A partir de aquí añade todos los extras que quieras pero siempre que sumen, no que resten. No olvides que la sencillez es un arte.
Un saludo y feliz verano
© Josefina Escudero